México miró a un agujero negro a los ojos: Lo que descubrimos cambiará la historia
- P Pastrana
- 12 mar
- 3 Min. de lectura

México ha participado en la captura de la primera imagen de un agujero negro supermasivo. Esto representa un gran logro del país, a través del Gran Telescopio Milimétrico (GTM), así fue como lo vio directo a sus ojos.
La participación mexicana capta un agujero negro de la Vía Láctea con campo magnético

La captura representa uno de los logros astrofísicos más significativos de la historia, se encuentra en el centro de nuestra galaxia, ha sido comparado con una rosquilla, y tiene espirales. La imagen de luz polarizada muestra la estructura del campo magnético del agujero negro como una espiral sorprendente.
La imagen revela el agujero negro en el centro de Messier 87, una galaxia masiva en el cercano cúmulo de galaxias de Virgo. Este agujero negro se encuentra a 55 millones de años luz de la Tierra y tiene una masa 6500 millones de veces la del Sol.
El proyecto, coordinado por Laurent Loinard, investigador de la UNAM, involucró una docena de instituciones educativas y ocho observatorios internacionales. El Gran Telescopio Milimétrico (GTM), ubicado en la Sierra de Puebla, destacó como una pieza clave en esta hazaña científica por sus características tecnológicas únicas, este telescopio busca explorar el nacimiento de galaxias.
¿Cómo fue descubierto este agujero negro supermasivo?
La participación de México jugó un papel importante en este descubrimiento. La necesidad de capturar algo comparable a fotografiar un cabello a mil kilómetros de distancia, requirió de gran esfuerzo.
El equipo internacional construyó un sistema de observación de alta resolución para abordar este problema. Un total de ocho radiotelescopios en seis lugares, incluido México, Estados Unidos, Europa y el Polo Sur, forman parte del sistema.
Los telescopios que contribuyeron a este resultado fueron ALMA, APEX, el telescopio IRAM de 30 metros, el telescopio James Clerk Maxwell, el Gran Telescopio Milimétrico Alfonso Serrano, el Submillimeter Array, el Submillimeter Telescope y el South Pole Telescope.
Aunque los telescopios no están conectados físicamente, pueden sincronizar sus datos registrados con relojes atómicos (máseres de hidrógeno) que cronometran con precisión sus observaciones. Estas observaciones se recopilaron en una longitud de onda de 1,3 mm durante una campaña global de 2017.
Cada telescopio del EHT produjo enormes cantidades de datos (aproximadamente 350 terabytes por día) que se almacenaron en discos duros de alto rendimiento llenos de helio. Estos datos se enviaron a supercomputadoras altamente especializadas (conocidas como correladores) en el Instituto Max Planck de Radioastronomía y el Observatorio Haystack del MIT para combinarlos.
Luego se convirtieron minuciosamente en una imagen utilizando novedosas herramientas computacionales desarrolladas por la colaboración.
Esto revela el agujero negro descubierto con la ayuda de México
Los agujeros negros supermasivos son objetos astronómicos relativamente pequeños, lo que ha hecho que hasta ahora fuera imposible observarlos directamente. Como el tamaño del horizonte de sucesos de un agujero negro es proporcional a su masa, cuanto más masivo es un agujero negro, mayor es la sombra.
Gracias a su enorme masa y a su relativa proximidad, se predijo que el agujero negro de M87 sería uno de los más grandes que se pueden ver desde la Tierra, lo que lo convierte en un objetivo perfecto para estudio.
Debido a la fuerte gravedad, la dirección en la que se propagan las ondas de radio se desvía, lo que permite que aquí se puedan ver incluso aquellas ondas que inicialmente no se dirigían hacia la Tierra. Si el agujero negro de nuestra propia galaxia tiene un chorro, podría ayudar a los astrónomos a comprender la historia de la Vía Láctea. Como esta enorme explosión en el centro de la Vía Láctea.
Por tanto, la participación mexicana en el descubrimiento del agujero negro, demuestra la capacidad del país para contribuir a descubrimientos científicos de relevancia mundial.
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